Muy presente en el discurso del feminismo moderno que pretende lograr la equidad de género se encuentran el patriarcado y el machismo como fuentes centrales de discriminación y violencia hacia la mujer .Muchas mujeres (y también hombres) sufren los efectos de estas actitudes deformadas que están muy enraizadas en varias culturas, sobre todo latinas. Pero ambas realidades han sido erróneamente contextualizadas por muchos años. El patriarcado no es una herencia religiosa, como se le cataloga, y el machismo no se centra solo en el dominio sobre la mujer y no solo lo ejercen los hombres.